A LOS PROBLEMAS SE LES BUSCAN SOLUCIONES

Dos coches circulan por una carretera y a ambos se les pincha un neumático. El conductor del primer coche se baja, coloca la rueda de repuesto, y sigue su camino. El conductor del segundo se lamenta de haber pinchado, se pregunta por qué la ha tocado a él, y no a otro, mira a los cielos pidiendo una explicación, mira hacia abajo musitando una maldición, empieza a enumerar un rosario de consecuencias, lamentaciones y victimismos. Mientras tanto el coche sigue parado.

¿ Qué es lo que ha hecho que reaccionen de forma tan diferente ? Podríamos pensar que el suceso. Pero si lo analizamos veremos que no fue así, ya que el suceso fue el mismo en ambos: reventó un neumático. Si vamos más allá, llegaremos a la sencilla conclusión de que fue la actitud de cada uno lo que hizo que resolvieran o no el problema. No fue la inteligencia, el dinero, o que fueran rubios o morenos. La actitud a la hora de enfrentarse a una contrariedad.

Son algunas las veces que, en la tarea educativa, uno cree haber dado con un obstáculo insalvable. El alumno piensa, a veces, que nunca en su vida va a superar tal o cual asignatura. El profesor piensa que no va a poder hacer carrera de tal o cual chico. Y lo que, a juicio de unos se ve como una piedra en el camino, otros lo ven como una montaña.

Vivimos en un diminuto planeta de un pequeño sistema solar de una galaxia sin importancia, y aún hay quien piensa “es que a mí me caen todos los marrones”.

En Pedagogía es conocido el efecto Pigmalión, que revela que cuando pensamos algo de alguien, sea bueno o malo, de alguna forma le mandamos mensajes que revelan lo que pensamos sobre él. Y eso puede acabar haciendo que la otra persona se comporte según lo que se espera de él. Si piensa que un alumno puede dar más de sí, se lo voy a transmitir, aunque sea de una manera tácita. Y si pienso que no tiene futuro, también se lo voy a hacer saber, de la misma manera.

Por lo tanto, hagamos que el efecto Pigmalión juegue a nuestro favor y esperemos mucho de las personas con las que tratamos.

En los centros docentes y en las familias, donde algunos ven problemas, otros ven retos.

Y las contrariedades, esperadas o sobrevenidas, deben afrontarse con una actitud que facilite su resolución, sin mirar hacia otro lado o buscar a quién echarle la culpa.

Por muy malas que sean las circunstancias en que nos encontremos, siempre podemos hacer algo por mejorarlas. En mayor o menor medida, todos los problemas tienen alguna solución. Salvo dos ( y el segundo son los impuestos ).

Como decía Jean Cocteau “como no sabían que era imposible, lo hicieron”.