Acciones Educativas no Formales para personas adultas

Al momento de explicar acciones educativas en el marco de la educación de adultos, en un contexto en donde la educación no formal, es cada vez más legitimada, es necesario remitir a la primera acción, la cual consiste en el advenimiento de la transformación de currículo tradicional del modelo escolar y como la educación de adultos a través del sistema no formal. Este cambio ha promovido y sostenido una transformación significativa en el espacio de aprendizaje, donde el modelo no formal reconoce la institucionalización de la enseñanza, pero se autovalida automáticamente al generar aprendizajes significativos al divulgar libremente, instrumentalizando la enseñanza, la cual apunta a las necesidades del colectivo social según la época determinada. Aquellas capacidades, habilidades o simplemente, la potenciación de lo innato confiere al modelo no formal, un aprendizaje aprender-haciendo donde los espacios más allá del aula tienen una validez tanto o mayor que en la escuela tradicional. Si se desarrolla un aprendizaje en el contexto de una realidad inmediata al fenómeno, tal condición permite un desplazamiento de la relación de dependencia y poder del conocimiento, en el cual el alumno (del griego sin luz, carente, sin forma) se encuentra en una posición equidistante con la figura que incentiva, que alienta, que promueve la construcción mutua –casi mayéutica – de un conocimiento social y comunitario, en la cual existe flexibilidad, comprensión, que es capaz de incorporar materiales no tradicionales en el proceso lectivo, que en consecuencia implica un cambio en la didáctica. La utilización recursos desde los más cotidianos, hasta plataformas virtuales, hacen del aprendizaje un recurso que integra al segmento excluído económica, geográfica y políticamente al proceso contínuo de aprehender conocimientos a lo largo de toda la vida. Tales acciones se ejemplifican en los aprendizajes sociales en centros de capacitación gratuita para propósitos educacionales laborales, donde la divulgación y el proceso de inclusión es público, promoviendo la igualdad de oportunidades debido a que se adecua a las necesidades sociales del contexto en donde está inmerso. Existe una estrecha relación entre la propedéutica y el mercado laboral del país, fomentando empleabilidad directa y emprendimiento autogestivo, permitiendo nuevos polos de desarrollo social.

Otra importante acción educativa, representa el replanteamiento de la relación tradicional en la construcción de aprendizaje a saber; el aprendizaje dialógico que se produce en los espacios no formales de enseñanza. Es de importancia resaltar al adulto como el principal agente de emancipación social a través del proceso educativo. Siendo así, nace una relación entre el facilitador del conocimiento y el participante, como un proceso orgánico de simbiosis donde se valida la extensa trayectoria previa con la que acude el adulto al espacio más allá de la escuela, y de una forma muy concreta, sirve para ejemplificar el conocimiento, sugiriendo al facilitador, los accesos de mayor posibilidad de éxito en los cuales se instala conjuntamente el aprendizaje participante. Esto a causa de que el adulto es su propio gestor y no parte desde una tabula rasa, posee tanto o más conocimiento instrumental que el facilitador. Desde esta arista emerge el valor de la cultura del adulto en la educación. Se aprecia aquello que domina, lo que la experiencia le ha enseñado a través de los años, recogiendo tales aprendizajes, por lo tanto, el punto de partida no comienza desde una guía de aquello de lo que adolece, sino a través de una transmisión de inteligencia cultural, un sentido (preguntas y frases como: ¿por qué?, ¿para qué? ¿Para qué estoy desarrollando esto?, ¿Para qué debo realizar aquello, esto no se usa en la vida cotidiana, etc.) y dirección que nace desde la primera interacción comunicativa. Como consecuencia de la meseta participativa en el diálogo, hay reconocimiento y valoración para todas las posturas sociales, económicas, políticas, donde si existiese una condición sine qua non, sería la fuerza de los argumentos comprobables. En consecuencia, el proceso igualitario en la relación dialógica permite no sólo una mejora integral (cultural, social, política, salubre, educacional, laboral, etc.) de la calidad de vida del adulto al integrarse en el contexto social de una forma igualitaria, sino que permite descubrir-se replanteando sus desafíos en el transcurso de toda la vida. Un ejemplo de aquello lo constituyen las juntas de vecinos y clubes de adultos, donde existe un programa de actividades que mediatizan los recursos disponibles de la comunidad y la solución ante las necesidades de mayor urgencia. En este contexto existen monitores, facilitadores, asistentes, que realizan jornadas de atención ciudadana a nivel local en jornadas gratuitas de educación escolar, inoculación, capacitación laboral, talleres de seguridad ante desastres naturales y recreación, orientados promover la autogestión de los espacios de permanente marginación.

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