El TaeKwon-Do es un intenso arte marcial que viene sumando adeptos en todo el mundo, pero ahora no quiero referirme a su espectacularidad de movimientos o su gran eficacia a la hora de aplicar sus técnicas. Es mi interés hacer atención en los grandes beneficios que el TaeKwon-Do puede aportar en la vida de un serio practicante.
Cuando practicamos artes marciales debemos entender que el cuerpo y el alma están siempre conectados.Un practicante sincero entrena con mucha frecuencia y devoción,cuando así lo hacemos activamos un nivel de frecuencia que nos lleva a nuevas experiencias.
Mientras más aprendemos y fortalecemos nuestro cuerpo y mente nos damos cuenta que la vida misma nos pone pruebas superiores a todo nivel y es en ese momento donde descubrimos que el TaeKwon-Do nos debe llevar a adoptar un estilo de vida fortalecido y cimentado en valores.
Llevo practicando TaeKwon-Do muchos años y tengo la gran oportunidad de dar clases de TaeKwon-Do también. Aprender y enseñar es un círculo mágico que mantiene siempre en actividad total a un instructor. El reto está en aplicar los conceptos adquiridos en todas las experiencias de vida y entender que la experiencia marcial nos mantiene en una frecuencia distinta que muchas veces estará llena de incompresión y sinsabores pero también tendrá satisfacción personal y crecimiento.
El TaeKwon-Do si es trabajado a conciencia va más allá del entrenamiento físico y la competencia, de hecho debe convertirse en una alternativa para estructurar un enfoque de vida diferente y desenvolverse en un entorno de desafíos, luchas y logros en todos los aspectos de vida y no en una espiral de confusión y frustración como lamentablemente mucha gente lleva su día a día.