Desde que era pequeño soñaba con ser profesor. Me pasaba horas y horas en mi habitación mirando a mis muñecos, todos sentados contra la pared y con una hoja delante en la que tenían que resolver una suma que yo mismo completaba y luego corregía, a partir de ahi empezo esta enorme pasion que es la docencia. Es una de las anécdotas que siempre voy a recordar.
Cuando estaba en la secundaria, me empezo a gustar una bonita materia que era la fisica, pero para ello necesitabas saber matematica y un poco de quimica. Mis profesores trataron de explicarmelo con manzanitas todo ello, y gracias a Dios pude entenderlo. Siempre enseñaba a mis compañeros que no entendian muy bien el curso, les decia: que deben de ponerlo mas empeño e imaginarse como funciona el mundo a traves de la fisica, ya que todo gira en torno a ello. Me lograron entender, y me dijeron que me anime a dictar ese curso, bueno yo estaba muy nervioso y a la vez entusiasmado. Mis primeros alumnos fueron mis primos que estaban en la secundaria. Solo necesitaba un plomon, pizarra y mucha imaginacion.
Mi truco o estrategia es tratar de vivir el inicio de curso con la máxima ilusión, la misma que cuando era alumno. Para ello tengo un pequeño ritual que consiste en comprarme material nuevo (libretas, bolis, maletín para el portátil). Recuerdo que de niña me alucinaba poder estrenar algo los primeros días, y todavía adoro el olor a libros nuevos. Por eso trato de recuperar ese aroma y esa sensación también en mi profesión".