Conocí a Randolph cuando decidí tomar clases de TKD durante mi época universitaria. Con él, mis compañeros y yo no sólo aprendimos el arte marcial, sino también tuvimos ejemplos de dedicación, entrega, salud y, sobre todo disciplina. Como mentor nos empujaba a mejorar en nuestra disciplina y crecer como personas utilizando esos principios y ejemplos.
En los más de 30 años que conozco a Randolph, la relación instructor-alumno ha evolucionado a una relación de amistad y, ahora que los años nos han dado experiencia y sabiduría, no dudaría en poner a mi hijo bajo su instrucción y orientación.
Ver más
Ver menos